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De qué se trata la Metodología Pikler?

“Intentar enseñar a un niño algo que puede aprender por sí mismo no es solo inútil. También es perjudicial”. Emmi Pikler. 


Emmi Pikler fue una pediatra nacida en Viena (Austria). Ella creía en la importancia de que el niño fuera lo más autónomo posible y pensaba que era importante dejarles libertad para que resolvieran las situaciones por sí solos. El valor de la actividad autónoma, de una relación afectiva privilegiada y la necesidad de ayudar a los niños a tomar conciencia de sí mismos y de su entorno, son los principios básicos de su filosofía. 


La metodología

Para Pikler la salud de los bebés iba mucho más allá de controlar su peso, talla o alimentación. Se dio cuenta de la vital importancia que factores como el movimiento o el establecimiento de vínculos afectivos tenían en el desarrollo correcto de los infantes. Fue así como comenzó a fraguarse lo que hoy en día se conoce como metodología Pikler, una técnica que combina las necesidades de apego de los menores con el fomento de su autonomía. 


Aunque tradicionalmente las formas de criar y educar a los bebés habían estado basadas en la sobreprotección, Pikler creía que la autonomía era una pieza clave en su crecimiento. Durante la infancia, el movimiento es una de las necesidades básicas que permite descubrir, explorar, aprender... Y es el movimiento libre, aquel que elige el bebé por sí mismo sin la interacción de un adulto, la mejor forma de fomentar su desarrollo psicomotriz. 

Si un bebé no puede trepar, simplemente, no trepará. Las personas nacemos con una lógica que está diseñada de manera innata para protegernos y cuando probamos los límites de nuestras habilidades, aprendemos de la experiencia.


Los objetos que limitan el movimiento, como las cunas o los andadores no son vistos con buenos ojos en esta metodología. Este último, por ejemplo, implica el uso de la cadera cuando puede que todavía no esté del todo desarrollada para el ejercicio. Interfieren en su libre desplazamiento y no ayudan a los menores a conocerse mejor. Ellos mismos deben marcar el ritmo en su proceso evolutivo, sin que los padres les fuercen a realizar determinadas acciones o les comparen con otros infantes. 


El apego con los padres o cuidadores

Aunque el movimiento de los bebés no debe sufrir interferencias por parte de los adultos, es de vital importancia que se sientan protegidos y vinculados con ellos. El apego es el siguiente principio activo de la Metodología Pikler y debe basarse en una relación de respeto y acompañamiento en la que los ritmos de cada menor fluyan a su manera. Comunicación verbal, afecto y estimulación indirecta son las claves para forjar ese tipo de relación.

Es importante que los padres hablen con el menor sobre las acciones que van a realizar y en las que ellos están implicados para que sean conscientes y receptivos, sin tener que forzarlos a nada. Demostrarles seguridad y proporcionarles un entorno en el que puedan interactuar y moverse libremente sin peligro o estar atentos a sus necesidades son otros puntos que los cuidadores pueden realizar. 


El juego Libre

El juego libre es otro de los principios por los que apostaba Pikler y que mejor definen esta metodología. Aquí, padres y tutores pueden proporcionar al menor un lugar adecuado y adaptado para que pueda jugar libremente y estimularse. Un espacio amplio y despejado en el que incluir determinados objetos con los que pueda interactuar. Es imprescindible que los menores vistan ropa cómoda que no limite sus movimientos a la hora de comenzar a jugar. 


Una vez escogido un espacio seguro, hay que adaptar los materiales a los intereses y necesidades funcionales de cada menor, es decir, que se adapten a su momento evolutivo. Se aconseja comenzar con varios objetos no estructurados, que tengan tamaños y texturas diferentes que favorezcan su estimulación sensorial. Según vaya creciendo, se pueden incorporar otros objetos y materiales como los siguientes:



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